sábado, 13 de junio de 2015

SERPIENTES

Eso es lo que son todos, serpientes, bichas que se enroscan en tu corazón y lo estrujan hasta verte morir del dolor. Y tengan en cuenta que aún no he llegado a odiarlos pero eso es lo que son. En mi vida pensé cruzarme con gente como ustedes, pero que gente ustedes no son ni eso, ni a gentuza llegarían. Esa son las bellas palabras que recuerdo de mamá, las cuales repetía a menudo para mí y mis tres hermanos.Y bueno callados nos aguantábamos sus palabras, pero no les puedo negar que a veces quería olvidarme de que era mi mamá y que ya estaba vieja y cascarrabias. Pero que madre no insulta a su hijo de vez en cuando, no sé si con insultos tan originales como los de la mía eso sí.

Claudio salió huyendo de la casa, ni bien pudo se fue a capital, allí trabajaría si podía estudiaría, pero lo importante no tendría a mamá en su oído recordándole que para nada servía, aunque estoy seguro sin necesidad de su presencia mamá estaba allí. Así con el tiempo el que fue tratado de vago inservible se convirtió en el hijo prodigo ¿Por qué? Porque estaba lejos. Pobre mi Claudio allá sólito, y ustedes que están conmigo manga de vagos no me saben valorar. Porque la valoro se fue, si comprendemos bien el termino valorar, entenderemos que valorar es una especie de examen, ver cuánto vale algo, y Claudio se fue por qué valoro a Mamá.

Aunque no les voy a negar, de vez en cuando tenía un sesgo de bondad, sobre todo en tiempo de cobro. Que buenos tiempos, recuerdo esos días me esperaba con mi comida favorita, y me hacía compañía mientras comía, la conversación de siempre, “que cara que están las cosas che, fui a comprar las cosas para cocinar y la verdad me quede sin un mango”. Así que yo sacaba mi billetera y le daba dinero. Pero yo sabía que no gastaba un peso, era más agarrada, las verduras las traía de la huerta de la tía María, traía todo lo que podía, y yo le llegue a sugerir a la tía que le cobrase, pero ella era demasiado buena,” no, es mi hermana”, me decía.

Nos pedía dinero para pagar la luz, pero siempre pedía el doble de lo que debía, a nosotros no se nos hacía mucho, porque si habíamos consumido en pesos 80, el medidor marcaba menos de la electricidad que habíamos consumido y se reducía a 40 pesos. Claro nunca nos dimos cuenta de ello sino con el tiempo, cuando descubrimos que mamá colocaba un palito que detenía el medidor para que no corriese. Igual teníamos que darle dinero como si el medidor hubiese corrido siempre.
En tema de ropa siempre íbamos heredando lo del anterior, y el primero estuvo vestido por que tuvo la fortuna que mi tía fuese mamá antes porque si no hubiésemos andado desnudos.

Siempre que intentábamos reprocharle algo a mama ella nos recordaba que nos había criado sola, que éramos unos desagradecidos, etc. Luego venían las lágrimas, la falta de aire y por último el desmayo. Como olvidar cuando le reclame acerca de un novio que llevaba a la casa, el tipo era realmente cualquier cosa, no podía estar sin escupir, que asco me dio una vez que me levante descalzo y sentí fresquito debajo de mi pie.

Pero bueno esa era mama, la que nos tocó que se yo, es lo que   pensaba yo. Con el tiempo se fueron mis otros dos hermanos Felipe y Gabriel. Todos nos fuimos peleados con ella, pero con el tiempo éramos sus favoritos, claro ya le habíamos dejado la casa para ella,  y de vez en cuando había que mandarle plata.

Felipe se fue un año después de  Claudio. El llego cansado a casa ese día, había trabajado en el cerco,  había hecho mucho calor, tenía pensado bañarse y dormir en su cama, pero se encontró con que no tenía colchón, fue y le preguntó a mamá y ella le contestó:” y bueno que querés, no me diste para pagar las cuentas, y no le iba a vender los colchones de tus hermanos que si me dieron el dinero y además el tuyo estaba nuevito”. Si realmente era nuevo él lo había comprado hace una semana, por lo que le dijo a mama que su parte para las cuentas se la daría el día 25 y no el 20 como solía ser. Pero bueno mamá no espera, había cuentas, cuentas que por cierto no sabíamos porque eran tan elevadas.

Luego  me fui yo, cansado de aquel personaje que decía ser el novio de mi mamá, así que me fui cuando ella me dijo,” déjame tranquila ya te crié que más querés”, debido a que yo le pedí que este susodicho no se metiera en mi cuarto, porque la ropa se me iba descontando hasta que encontré a los hijos del tipo con mis remeras por la calle.

Con el tiempo Gabriel no pudo con todo y se fue, la gota que derramó su vaso fue que su novia de años Raquel estaba embarazada de él, entonces fue a casa y se lo contó a mamá. Mi madre querida no podía con el chisme y se lo contó a medio pueblo agregando:” hay o no creo que sea de mi hijo”. Que sea o no de mi hermano es otra cosa, pero él se enojó y se fue.

 Mamá nos enviaba cartas cuando se le pasaba el enojo y necesitaba dinero, nunca la desatendimos, lo único que molestaba era pensar que también estábamos manteniendo a aquel viejo. Al cual hasta hoy le guardo desagrado. Con el tiempo el tal Ernesto dejó a mamá cuando ella ya estaba muy enferma, pero esta vez era cierto no era una de sus actuaciones, solo que nos había mentido tantas veces que ya no le creíamos, pensábamos que era una manera más para sacarnos  dinero.

 Aquella vez resultó cierto volvimos de nuevo al pueblo para sepultarla, y a partir de allí nunca nos dejó tranquila la conciencia. Pero a mamá no la perderemos más. Ella pasa un tiempo con Gabriel, Felipe, Claudio y con migo Jorge. Esta allí siempre diciéndonos “serpientes me dejaron morir, no me fueron a ver”, pero ma te mandamos dinero para el tratamiento. Mamá siempre está allí al lado de nuestro oído. Un fantasma que nos perseguirá de por vida.

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