jueves, 25 de septiembre de 2008

Recuerdo haberla visto un siete de diciembre, caminaba descalza en un suelo que quemaba sus pies y los dejaba al rojo vivo. Paso frente a mi cargando un niño en sus brazos, la criatura lloraba sin consuelo, su llanto casi se confundía con gritos desesperados, ella ya no intentaba callarlo solo caminaba como si no existiera nada como si su único propósito en la vida fuese caminar, hasta llegue a pensar que su caminata no tenia destino, no había para ella ni para el niño un lugar, un refugio, era solo un peregrinaje donde el sol y la luna se turnaban para hacerle compañía.
La vi desaparecer en el horizonte,solo fui un observador, solo eso me atreví a ser.
Muchas veces la traje a mi mente, mas de una vez ella volvió a caminar, el niño lo he escuchado llorar infinitas veces, el sol caliente lo he sentido quemando mi piel. Esa mujer misteriosa camino en mi cabeza, y yo callado aun silencioso sin nada que decir pero con mucho por sentir.
Una tarde como aquella Ana María y yo caminamos al resguardo del sol bajo arboles que acariciaban las nubes. Su mano húmeda sujetaba con fuerza la mía, su risa quebrara el silencio de la siesta,yo sólo me entregaba y me dejaba llevar por su infinita locura. Llegue a pensar que yo estaba tan loco como ella o que en realidad deseaba estarlo, reír sin importar nada, correr como un niño, llorar como si nada tuviera remedio y besarla como si no existiera el tiempo, como si sus besos me mantenían respirando.
Bajo la sombra de un sauce nos sentamos, de allí en mas fueron todas caricias mezcladas con palabras. Pensé que debería contarle aquel sueño donde yo podía sentir como real lo que en el sucedía, de lo que me despertaba esa imagen que sentía como mía, esa mujer que parecía formar parte de mi intimidad y ese llanto que me dolía como propio. Se lo conté y ella escucho callada, luego el silencio se extendió por unos horribles segundos,luego me miro fijó a los ojos y hecho a reír, me levante enfurecido y camine sin rumbo, sentía sus pasos apresurados detrás mio y su voz con aun un rastro de risa que no se acababa. Corrí para perderme para perderla para estar solo y odiarla un rato.
Los días pasaban como el agua entre la manos, el sueño no volvió para atormentarme. Por fin las vacaciones llegaron para darme la paz lejana al trabajo y a los apuros de siempre. En la estancia vieja la vida se detenía, yo regresaba para volver a ser un adolescente para encontrarme con amores fugaces, con besos tímidos, con suaves brisas en el rostro.
Los viejos cada vez mas tristes, mas sumergidos en si mismos, en sus munditos que se reducían al día a día. Mamá al verme llegar me abrazó con las pocas fuerzas que tenía, sus lágrimas corrían surcando sus arrugas, su mirada siempre triste, era una mirada que me pedía perdón. El viejo siempre fue mas distante, no era bueno para los afectos, pero por lo menos sabia que me quería y con tan solo saberlo me bastaba y me podía imaginar sus abrazos.
La tarde en la estancia era para sentarse debajo de un sauce y mirar el campo mudo, esperar allí hasta que el sol se escondiera, soñar un rato, mirar las figuras a lo lejos, las mujeres y los hombres que trabajan dejando tiempo apenas para respirar. Así pase aquella como tantas otras, y cuando la luz natural no bastó me levante y camine lento para no llegar nunca, pero siempre llegaba y esta vez no fue la excepción.
La mañana fue suave y me llenó de energía, una visita inesperada tocó la puerta, me envolvió en sus brazos y sus ojos me miraron de nuevo con esa locura de siempre, tiró sus bolsos en el piso y me llevó de nuevo a su mundo a su locura y yo volví a ser una marioneta.
Ana María y yo pasamos las vacaciones con los viejos, ella fue la primera novia que mamá me conoció. Por lo que fue una pesadilla para mi las charlas en la cocina esperando que la noche llegase. Si había algo en ella que a mis viejos molestara era esa capacidad de entrometerse en todo,era una niña con sus "por que o sus como "aunque con el tiempo mi ser agradecería esa capacidad.
Esa conversación jamas lo olvidare, la recordare hasta mi muerte cada palabra cada movimiento. Ana María como siempre iniciaba la conversación, ella estaba loca por ver mis fotos de bebé, la vieja se las mostró, luego llegaron las preguntas, y luego el comentario que inicio en mi todo un proceso, un trauma por una duda y un sueño que no me dejaban dormir. La vieja se puso nerviosa solo por que Ana María concluyo en que yo había nacido durante la dictadura militar.

martes, 23 de septiembre de 2008